
Que esgotamento!
Teremos que aprender do que dixo que...
A fuerza de mudarme
he aprendido a no pegar
los muebles a los muros,
a no clavar muy hondo,
a atornillar lo justo.
He aprendido a respetar las huellas
de los viejos inquilinos: un clavo, una moldura,
una pequeña ménsula
que dejo en su lugar
aunque me estorben.
Algunas manchas las heredo
sin limpiarlas,
entro en la nueva casa
tratando de entender,
viendo por dónde habré de irme.
Dejo que la mudanza se disuelva como una fiebre,
como una costra que cae,
no quiero hacer ruido.
Porque los viejos inquilinos
nunca mueren.
Cuando nos vamos,
cuando dejamos otra vez
los muros como los tuvimos,
siempre queda algún clavo
de ellos en un rincón
o un estropicio
que no supimos resolver.
Fabio Morábito (de Lunes todo el año, 1991)
Ai, as mudanzas, tan incómodas, tan absorbentes, fendéndonos un pouco polo medio.
ResponderEliminarE, non obstante, ás veces, cánta falta nos fai unha mudanza: deixar atrás, romper co que nos ataba, esa estaca... Irnos, por fin, a abrir outras portas.
Será o vento Oeste, que te guía con furia, e con celo, e con convicción.
ResponderEliminarSerá que ti tamén es unha pequena amiga do vento Oeste.
Ánimo!!!
ResponderEliminarEu ando calculando precisións medias non interpoladas...
Laura
Vémonos mañá!
ResponderEliminare cóntasme o da tese... como que a presentas en menos dun mes?????
Laura